El despertar indígena
Pizarro ingresó al Cusco, entre gritos de júbilo de los huascaristas, el 15 noviembre de 1533. Sin percibir el engaño, los seguidores de Huáscar estaban entregando su capital a los conquistadores hispanos. Pero su situación cambió. La avaricia de los españoles por los metales preciosos y su prepotencia, intolerancia y fanatismo católico, así como el escaso conocimiento de la mentalidad andina fueron dañando las relaciones hispanoandinas en general. Manco Inca terminó convirtiéndose en uno de los más poderosos enemigos de los españoles. El instauró y comandó el foco de resistencia de Vilcabamba por cuarenta años. Varias étnias perifericas donde la vigilancia de los españoles no llegaba se rebelaron y comenzaron a dirigir nuevamente sus territorios. El cambio de actitud de los indígenas ante los españoles se manifestó en las sublevaciones de los chupaches y mitmas (Huanuco), Manco Inca (Cusco) y en su sector de los hombres de Chachapoyas, en el intento de acomodarse a la maquinaria colonial para no perder sus privilegios señoriales antiguos.
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